Se dice que el Diablo anda suelto. No se sabe bien cómo llegó, pero lo que sí se sabe es que quiere dominarlo todo. Hasta la fecha, varios ríos de México han estado sufriendo por la presencia de este ser, y lo peor es que siempre quiere más. Cada río que ha encontrado, es un río que ahora le pertenece.
Pero la pregunta aquí es... ¿Quién es este ser?
Su nombre es Pterygoplichthys pardalis mejor conocido como el pez Diablo. Habita en agua dulce y su lugar de origen es la cuenca del río Amazonas en los países de Brasil y Perú [1].
A diferencia de su imagen tradicional, este Diablo se robó la piel del leopardo, para mostrar al llegar a su etapa adulta, sus oscuras manchas en su piel. Además, posee un gran número de placas óseas flexibles, parecidas a escudos, que recorren su cuerpo, así como filosas espinas adyacentes a sus aletas, dándole un aspecto de una fiera invencible [2].
El temible invasor: Pterygoplichthys pardalis. Créditos de la imagen: (c) Quasim y Jawad (2022). |
En algún punto se pensó que, al tratar de invadir otras
tierras, este moriría como suele pasar con otras especies, al no contar con las
mismas condiciones que en su tierra natal. Pero tal fue la sorpresa que fue
capaz de resistir las adversidades como una fuerza imparable.
Gracias a su alta adaptabilidad a su entorno, le fue sencillo que pudiera propagarse en diversos ambientes de otros países, lugares tan lejanos como lo son Indonesia, Malasia, Filipinas, Puerto Rico, Singapur, Vietnam, Serbia, Estados Unidos, Costa Rica y México [1], siendo en este último donde se registró su primera aparición en 1995 en el río Mezcala, Guerrero, como una señal de mal augurio [3].
Invasión de peces diablo en México, actualizada al año 2014. Créditos de la imagen: Amador del Ángel et al., (2014). |
En México se han observado al menos seis formas en las que el Diablo ha aparecido, invadiendo varios ríos del país a los que ha llegado de manera accidental o, peor aún, intencional [2].
Existen varias teorías sobre cómo este invasor llegó a México. Una de ellas, cuenta que fue liberado por granjas acuícolas a causa del acuarismo. Pero sin importar el motivo por el que llegó a los ríos de nuestro país, se esperaba que al menos sería cazado por depredadores más grandes como los cocodrilos, el águila, el cormorán y ciertos peces como el róbalo y el sábalo [1]. Y así fue. Sin embargo, esto no representó un problema para el pez Diablo, ya que éste se reproduce más rápido de lo que es depredado.
Lo anterior, desafortunadamente, ha traído consecuencias en
los ecosistemas de los ríos, puesto que los modifica a sus gustos, destruyendo las
orillas de los ríos para extenderse a más lugares, haciendo cuevas en sus
paredes [2]. Además, matan a especies nativas que vivían en armonía, por
ejemplo, las aves acuáticas que intentan comerlos, y causando la huida de otras
especies por el miedo del consumo de sus huevos o de sus alimentos [4],
también consumen partes de plantas, algas y bacterias. Incluso, depredan, de
manera accidental, gusanos, larvas de insectos y otros habitantes del fondo [1].
Pero no ha sido lo único malvado que ha hecho este ser, también de alguna forma u otra ha devastado la economía de muchas personas, pues al tener espinas bastante filosas, tienen la capacidad de cortar las redes de los pescadores. Además, por su alta capacidad de reproducción, complica la captura de los peces comerciales que buscan los pescadores al capturarlo también, haciéndoles gastar tiempo y dinero [5].
En el fatídico año de 2013, se encontraron por primera vez poblaciones prósperas de dos especies de estos viles seres en la planiciecostera de San Blas, hogar de múltiples especies protegidas, ahora, bajo una amenaza nunca antes vista [6]. Asimismo, en un estudio reciente realizado en La Tovara, un humedal en la costa de dicho estado en el 2021 por un biólogo egresado del Centro Universitario de la Costa, se capturaron un gran número de individuos (125), los cuales tenían un peso y tamaño parecidos a los reportados anteriormente, lo que nos dice que su reproducción es muy exitosa, mostrando que su siniestro avance parece inevitable [7].
Para acabar con este infernal pez y obligarlo a dejar nuestro
país, se recomienda que, si te lo llegas a encontrar en la casa de alguien,
cuéntale lo que acabas de leer para que sea consciente de lo peligroso que es.
Pero si lo llegas a ver en un río o lago, se sugiere sacarlo del agua, ya que
así pierde su fuerza, y avisarle a las autoridades de SEMARNAT, para que ellos
se encarguen de seguir combatiendo a este invasor.
Los peces diablo son un peligro para los ecosistemas acuáticos de México. Prevengamos su invasión no liberándolos al medio ambiente. Créditos de la imagen: CONANP. |
Debido a la creciente preocupación sobre la invasión de este
diabólico pez, se han ingeniado distintas formas de sacar provecho de su carne,
al ser un pez clasificado de carne blanca esto indica que es de fácil
digestión, por lo tanto, es una carne muy versátil a la hora de prepararse. Se
sugiere prepararlo en rebozados o empanizados ya que de esta manera dejaremos
el sabor de la carne intacto y sin opacarlo con salsas o con algún insumo que
sea de sabor más fuerte [8].
Cocinado y rebosado, el diablo no asusta tanto. Platillo preparado con carne de Pterygoplichthys sp. Créditos de la imagen: Ayala et al., 2015. |
Ahora que conoces mejor el potencial invasor de este pez, ayúdanos a difundir para evitar la conquista de nuestros territorios acuáticos, tenemos las herramientas para evitarlo, pero nos faltan guerreros y tú puedes ser uno de ellos.
Cuéntanos, ¿alguna vez has visto a este Diablo al acecho?
Autores:
- Mariana Monserrat Núñez Padilla
- Héctor Miguel Gutiérrez Rodríguez
- Tania Abigail Hernández Rubio
- Pedro Damián Gutiérrez Reyes
Revisión: Eréndira Canales-Gómez.
Edición: Eréndira Canales-Gómez y Abril Bautista López.
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Referencias