sábado, 23 de mayo de 2020

El juego de las emociones

¿Alguna vez has sentido miedo?

Todos, en algún momento de nuestros vidas, hemos sentido algo de miedo. Algunas personas temen a las arañas, otras a las alturas o a la oscuridad. Estos temores se pueden experimentar de diferente manera y se pueden presentar en cualquier lugar como  en nuestros hogares, en el parque e incluso en nuestro trabajo. ¿Te imaginas? Prácticamente en ningún lado puedes estar a salvo.

En este trabajo conoceremos las funciones que el cerebro y como la emociones participan en ellas. Para ejemplificar, nos enfocaremos en el miedo, ya que es una emoción que todos hemos experimentado alguna vez. Para así comprender las relaciones que surgen en el cerebro y como participan en el funcionamiento de nuestro cuerpo.

¿Qué son las emociones?
Las emociones son un conjunto de reacciones químicas y neuronales que forman respuestas instintivas (Damacion, 2005). Es importante que sepas que las emociones se experimentan en una forma personal, por lo que no somos consientes de ellas.Un ejemplo que te puede ayudar a comprender mejor, es que las emociones han sido clasificadas como emociones básicas o primarias; el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el disgusto y la sorpresa, estas van acompañadas de patrones de conducta que se pueden manifestar de diferentes maneras como la expresión del rostro (por ejemplo: Las cejas ligeramente levantadas, el ceño tenso y la boca entreabierta), la postura corporal (por ejemplo: un cruce de brazo o tensión corporal) y en estados mentales (como pánico, ansiedad y fobia) (V.Guerro). Las emociones influyen en nuestro estado de ánimo como en la motivación e incluso en nuestra conducta. Además provoca reacciones fisiológicas debido a que están relacionadas con hormonas y con los neurotransmisores que son sustancias químicas que se encargan de la transmisión de las señales desde una neurona hasta la siguiente a través de las sinapsis, un ejemplo de ellos es la dopamina y la serotonina (Mora  .F, 2013).

Las emociones y la interacción de las estructuras cerebrales
Como ya mencionamos antes, las emociones formulan respuestas instintivas. Estas respuestas son producidas por el cerebro cuando detecta un estímulo emocional, es decir, cuando un sujeto presenta acontecimiento. Y no necesariamente tiene que estar sucediendo en ese instante o ser real, pueden ocurrir incluso cuando rememoramos mentalmente.  Cuando esto ocurre, se generan respuestas automáticamente acorde a la situación. Las respuestas que se generan provienen de un cerebro evolutivo que está preparado para responder a determinados estímulos emocionales. Esto gracias a que los repertorios conductuales que ha experimentado, han formado aprendizajes que permite que el cerebro reaccione de una manera efectiva. Cuando un individuo formula respuestas, experimenta cambios de estado tanto en el cuerpo, como en las estructuras cerebrales que cartografía el cerebro, con la finalidad de proporcionar sobre vivencia y bienestar del individuo. 

Algunos neurólogos como Klaus Scherer (Guerrero,2006), proponen que el factor importante de las emociones es la cognición, es decir, las habilidades y procesos mentales están relacionados con el conocimiento, la memoria, razonamiento y la toma de decisiones, que nos permite reaccionar a los acontecimiento de manera consciente o inconsciente. Pero hay otros nuerocientíficos que consideran que las emociones y la cognición son procesos que influye uno con  el otro. Lo que está claro es que el cerebro establece una comunicación con otras estructuras cerebrales y otros organismos. Por ejemplo, el miedo provoca sudoración, aceleración en el ritmo cardíaco y tensión muscular.

Se ha identificado que las emociones participan en diversas partes del cerebro (figura 1). Las emociones se forman en el centro del cerebro, donde se encuentra el sistema límbico. A este sistema se le considera como la parte emocional del cerebro debido que es el encargado de regular nuestras emociones y los impulsos. En el sistema límbico se relaciona con el hipocampo, aquí se produce el aprendizaje emocional y el almacenamiento de recuerdos emocionales. También tiene una relación con la amígdala cerebral, esta es concebida como el centro de control de las emociones, ya que, es una de las regiones del cerebro con más interconexiones.
Figura 1. Sistema límbico.

El miedo

El miedo es una emoción primitiva que todo compartimos. Pero ¿Dónde se origina el miedo?

Imagínate que te encuentras por una calle oscura y sola. De repente  escuchas ruidos extraños, volteas hacia atrás y notas que alguien se dirige hacia ti de forma sospechosa. Antes de que seas consciente de ello, tu cuerpo comienza a reaccionar y el cerebro activa una compleja red de mensajes con el fin de evitar la amenaza (Ávila, Fullana. 2016). El cuerpo adopta las medidas necesarias para protegerlo, así que comienzas a sudar, tu corazón se va acelerando y late tan fuerte que sientes que se te va salir del pecho y tus músculos se  tensan, sin darte cuenta vas acelerando el paso y de repente comienzas a correr como alma que lleva el diablo para ponerte a salvo -Fiu!!! Por fin puedes estar tranquilo ya no hay peligro.

Ahora que ya estas a salvo, vamos a entender como tu cerebro solucionó esta situación. Cuando nos enfrentamos al miedo es la amígdala la que responde a la información que envía los sentidos, en este caso escuchar ruidos y de forma instintiva “oprime el botón de pánico”. Comienza a enviar señales de diferentes zonas del cerebro como el tallo cerebral el cual genera respuestas fisiológicas como la sudoración y la aceleración de los ritmos cardíacos. También participan los  lóbulos frontales los cuales se encargan de encontrar una solución al problema como salir corriendo (Sánchez y Román F. 2004 ) (Figura 2). 

Figura 2. (C) Richard Davidson sobre: la película IntensaMente (C)Disney, nos recuerda gestionar nuestras emociones al entrenar nuestro cerebro. 



Tener miedo puede ser bueno tanto como malo. Algunos científicos opinan que encontramos placentera la búsqueda del riesgo, debido a que se necesita para nuestra evolución. Si el humano no se arriesgara, probablemente seguiríamos viviendo en cuevas. Las personas que no suelen tomar riegos por miedo al fracaso, se conforman son lo que tiene, es decir, se vuelven  sistemáticos al momento de tomar decisiones. Por ejemplo: imagina que vas a tu restaurante favorito y siempre pides lo mismo, no te atreves a pedir un platillo diferente por el  temor de que no te guste, así que se decides optar por lo seguro y no tomar riesgos.

¿Es posible que alguien no sienta miedo?

Como hemos visto, la amígdala es una parte importante de nuestro cerebro para que podamos experimentar el miedo. 
Hay personas que han sufrido algún tipo de daño como en accidentes o que nacen así, que son enfermedades genéticas. Ellas jamás experimentaran miedo. Pero algunas personas utilizan el miedo para encontrar satisfacción o placer como los paracaidistas o la gente de deportes extremos



Pero ¿qué pasaría si no tuviéramos amígdala? 
Probablemente no conoceríamos lo que es el miedo, como se presenta en alguna persona que sufren daños selectivo en la amígdala por trastornos genéticos -como la proteinosis lipoide (enfermedad de Urbach-Wiethe), esta enfermedad produce una destrucción completa de la amígdala, se endurece y se encoge, provocando que las personas que la padecen no experimentan ningún sentimiento parecido al miedo (Jaramillo J, 2015). Pero al no experimentar miedo, no tenemos la capacidad de tomar decisiones que no pongan en peligro nuestra vida. 


Después de saber esto ¿Crees que experimentar miedo es bueno? Nos encantará leer tus comentarios. 

Autora: María Teresa Macedo Rodríguez.
Edición y Revisión: Eréndira Canales-Gómez

Referencias:

Ávila P. A y Fullana R. A. M. El miedo en el cerebro humano. Departamento de psiquiatría del Hospital de San Pablo, en Barcelona. (2016)  pag. 50-51.

Damasio, A. (2005). En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Barcelona: Drakontos.

Guerrero M.  V. (S/F). Emociones ¿Podemos elegir que sentir?.

Mora T. F. (2013). ¿Qué es una emoción? .Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, Universidad Complutense.

Sánchez. N. J. P y Román F. (2004). Amígdala, corteza prefrontal y especialización hemisférica en la experiencia y expresión emocional. Universidad de Murcia, en España.

Belmonte M. C. (2007). Emociones y Cerebro. Instituto de Neurociencias, Universidad Miguel Hernández. Vol. 101, Nº. 1, pag 59-68.

Abril-Jaramillo J, et al. Lipoidoproteinosis o enfermedad de Urbach- Wiethe: a propósito de un nuevo caso con afectación cerebral. Neurología 2015.


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