lunes, 25 de noviembre de 2024

 La sabiduría de la multitud


6/11/2024. Hemos encontrado en los anales de una librería de viejo, que se encuentra a través de la calle 31 de octubre 159, en el Centro de Vallarta, que es como decir en el corazón del universo, adyacente al restaurante Puerto Perú un curioso manuscrito en donde su autor, Frederick Andreas, se jacta de haber registrado con rigurosidad la comunicación entre algunos especímenes de Apis mellifera durante un periodo de dos meses. Sobre su metodología versan las primeras 35 páginas. El resto del texto está compuesto por las “traducciones” que nos legó semejante eminencia y algunos de sus comentarios. Debido a que el autor citaba por los menos tres veces en cada dos líneas, hemos decidido eliminar los engorrosos desplantes de erudición. Además, hemos añadido comentarios que hagan mejor trabajo en diseccionar el tema, a riesgo de que el sujeto languidezca por nuestra intervención, junto con la supresión de pasajes soporíferos en los que las abejas no hacían otra cosa más que hablar de la distancia de una fuente de néctar o polen, y el ángulo al que se encontraba con respecto al panal. 

Maria: Maria es un espécimen de la abeja europea (Apis mellifera),

también conocida como abeja doméstica o abeja melífera, es una especie

de himenóptero apócrito de la familia Apidae.

Es la especie de abeja con mayor distribución en el mundo.

Ella es una abeja originaria de África, Europa

 y parte de Asia. La abeja reina de esta 

especie se identifica fácilmente gracias a su largo

 abdomen, mas esta es solo una obrera.


Melvin: abeja que durante una de sus expediciones 

en búsqueda de qué lugar

podría ser la zona dónde se crearía un nuevo

 panal para el enjambre, se encontró

en su regreso que las demás abejas ya habían 

cambiado de sitio, no esperando

a que fuera partícipe de la mudanza.


Adrián: personaje cuya pasión es bastante 

intensa, pero efímera. Sería más rápido

contar de quién no se ha enamorado 

que de quién sí.


Veracio: abeja que valora bastante la 

honestidad en los otros, pero que suele ser más

permisivo cuando se trata de sí mismo.


Blas: lacónico.


Un loado poeta francés alguna vez defendió la inteligencia de las abejas en detrimento de la propia, puesto que en la página quincuagésimo tercera de la edición original en francés (y décimo quinta en la versión que hizo para infantes) dice “Toute la literature n'est qu'une suite de notes de bas de page aux les fables d´Esope”. No menos craso, y que atañe más al tema presente, asevera que una abeja es una persona, puesto que cada una tiene “un conjunto de características o cualidades originales que permite diferenciar a un organismo de entre otros”, tras lo cual especula acerca de qué problemas de topología resuelve en sus tiempos de ocio, o qué sucede en las mentes de los zánganos cuando son expulsados de la colmena para no retornar.  Una cosa de la que uno puede estar seguro que no pasa por la cabeza de una abeja obrera es el sexo. Típicamente son estériles, cediendo la reproducción a la reina. Conjeturo que en el caso de los zánganos es distinto.


-Adrián, es la primera vez que ha dicho

mi nombre. En más de cien madrugadas he repetido 

estas palabras al despertar (hipérbole, puesto

que una palabra estrictamente hablando no puede 

ser denominada como palabras, y las abejas 

no viven tanto), tras haber pasado la noche soñando con ellas. 

Melvin: Sigue hablando así y pocos se darán cuenta

de que hablas de moscas y heces. 

Veracio: Deja al chico, ¿acaso decir el animal 

que tiene cuatro pies en el alba,

dos al mediodía, y tres en la tarde es la misma 

cosa que decir el hombre? La realidad

al desnudo es un bebé feo y escuálido que debe 

cobijarse suntuosamente, por su

protección. De pies a cabeza, si es posible. 

Blas: Humanos. Suenas como Melvin. 

Adrián: Además, habla de esa manera porque no 

sabe cuál es el objeto de mi afecto.

Blas: Se sabe. Nuestra reina. 

Adrián: Haría cualquier cosa por su amor, 

incluyendo la mutilación de otras abejas, petrificarlas 

para que sean insectos atrapados en ámbar durante

el resto de sus vidas, el homicidio de larvas, la

excomulgación de la sexta parte de la colmena para 

que fallezcan por el frío…(1)

Veracio: Qué cursi.

Adrián: ¿Sarcasmo? Negarse a ver el valor de 

las cosas es el camino sencillo.

Veracio: Al contrario. Existe mucha competencia. 

Además de sarcástico

soy cínico, por lo que te puedes ahorrar el sermón. 

Adrián: Lo que me lleva a confesarme. Melvin, 

deseo formar una familia con ella.

Melvin: Cesa tu conducta degenerada,

 ya son familia. ”Ningún varón

se llegue a parienta próxima alguna, para

descubrir su desnudez”. Del Levítico.

Veracio: ¿Es ahora cuando intervienes?

 ¿Qué hay de la mutilación de otros, el 

exterminio de infantes, y demás? (2)

Melvin: No había sido consultado antes. Además…

Blas: Por favor, no.

Veracio: Prepárense.

Melvin: En cuanto al exterminio de larvas 

no puede aseverarse que esto sea un 

acto reprobable intrínsecamente. Matar infantes es heroico.

Solo consulten con la Biblia; establece que 

el hecho de que Dios cometió un genocidio 

contra bebés egipcios habría de ser galardonado como uno

de los momentos más elevados del demiurgo, 

que las generaciones venideras

no se resignarían a olvidar. (3)

Adrián: ¿Lo hizo por amor?

Melvin: Tal vez podría decirse que lo hizo por 

amor al oprimido, además del evidente compromiso

 estrecho con la justicia. Es un amor de diferente

índole al que te interesa, sin embargo, pues 

este es uno que se extiende

hasta abarcar a una muchedumbre, a un pueblo 

y su descendencia, mientras

que tu afecto estrecha tu mira a un individuo, 

eliminando al resto del universo

de por medio. Es por esto por lo que el amor 

romántico me parece aberrante, es 

incompatible con la productividad, es el opio 

de los necios.

Veracio: El opio de los necios sería el opio.

Adrián: ¿Y qué debería de hacer 

en su lugar? Hablas de productividad, pero tú

te la pasas dormido, hablando con nosotros, o 

mirando al vacío por horas. (4)

Melvin: A menudo es más estimulante 

mirar al vacío que escucharte.

Blas: Sabbat. (El sabbat, día sagrado 

dedicado al descanso, contradice tu

obsesión con la productividad).


Oh, naturaleza, sublime dispensadora de 

verdor y esencia, que pinta

un fresco de armonía en cada 

rincón, siempre perenne e incorruptible

por la discordia. Contemplad a la abeja, y 

decidme si no es una de

las creaciones superiores. Esa probóscide 

retráctil, los pares de patas articuladas,

la corbícula pronunciada, las flexibles placas escletorizadas, el (...)



Aquí nos hemos visto obligados a intervenir, puesto que la letanía continuaba por algunos párrafos más. Les ahorramos 8 minutos. Siendo estrictos, podríamos ahorrar incluso más tiempo para ustedes al advertir que todo lo que prosigue es el desvarío de un cretino, pero lo reproducimos textualmente para que el lector forme su criterio de manera autónoma. Lo que acontece a continuación se da un mes después. ¿Poco tiempo? Considérese que un zángano no vive más que 3 meses, en la mayoría de los casos. 


-(...) aguijón ligeramente curvado, dotado de un ímpetu solo reservado para quien esté en su cercanía. Y encima de su aguijón, en la parte posterior de su tierno abdomen la cámara reproductora, donde será fertilizada por una legión de zánganos, incluyéndome.

Veracio: ¿No te parece molesto imaginar la fertilización de la reina por otros? 

Adrián: ¿Debería? Lo que más me importa es el bienestar de la reina, y la múltiple inseminación acarrearía los siguientes beneficios: mayor diversidad genética en su descendencia y la combinación única de habilidades y predisposiciones (algunas abejas podrían heredar su velocidad sobresaliente, otras, como yo, sus curvas de aprendizaje logarítmicas).

Melvin: En una colmena como la que he teorizado previamente, prescindiríamos del vergonzoso y harto degradante acto que es la cópula. 

Veracio: Lo que volvería completamente obsoletas a las hembras. 

Melvin: Amén.

María: Se la pasan discutiendo acerca de todo, pero decidieron concordar en ser misóginos.

Blas: ¿Quién eres? 

Veracio: ¿No fue Sócrates quien dijo que la labor más ardua en la vida de un hombre es la convivencia con la mujer? ¿Acaso Thomas Hobbes no mencionó que el mayor peligro al Estado es la gobernanza por mujeres? Sí, por cierto, y recuerdo que el celibe Francis Bacon advirtió con atino que una mujer cuida de sus apariencias para ocultar su fea esencia. Si estoy tan bien versado sobre la materia, es porque recientemente he leído un ensayo que versa acerca de las posturas filosóficas sobre las mujeres a lo largo de la historia. 

Blas: ¿Qué ensayo?

Veracio: No recuerdo su nombre, pero el tema resultó no ser demasiado interesante. No merecía un análisis exhaustivo. Un folleto, a lo mucho.

María: Estoy demasiado cansada para ofenderme. Mel, ¿vamos?

Melvin: Deliberadamente he evadido salir del panal. Lo que recolectamos siempre lo utilizamos para hacer los mismos platillos. Son insípidos. Propongo un alimento más sofisticado: la carne humana. 

Adrián: Creí que te agradaban los humanos.

Melvin: Me agradan, ¿qué relevancia tiene eso? He interactuado bastante con humanos, lo primero que uno nota de ellos es cuán comestibles podrían ser. Sobre todo sus larvas. Una de las cosas más preciadas en un corte es la terneza, diría que es el segundo factor que más determinará que los consumidores deseen más del producto, solo debajo de la apariencia atractiva (en donde el color juega un papel primordial). La falta de terneza se debe a la estructura de la fibra de la carne, la cual está relacionada principalmente con la edad (en segundo papel sería la especie de animal). Las larvas humanas serían más blandas, teniendo menos enlaces en el colágeno. 

Veracio: Vaya, un interés en gastronomía, así que incluso Melvin tiene un lado femenino.

Melvin: La alimentación es algo que compete a todos. 

María: ¿No es un tanto inmoral lo que sugieres?

Melvin: En absoluto, los humanos adolecen constantemente de lo que en nuestros casos es un agravio periódico: sobrepoblación. Ese prodigioso número de infantes de los que sus padres no pueden cuidar adecuadamente podrían ser criados con fines culinarios. Podrían ser asados o rostizados. En todo caso, no hervidos. Además, a esa edad son más grasa que otra cosa (tengo entendido que deben ser tan gordos porque carecen de grandes volúmenes de pelo que funcionen como aislamiento térmico), por lo que son particularmente aptos. 

Adrián: Entonces el guisado de la abuela adquiriría otro sentido.

Veracio: Melvin, mucho me temo que tratas de pasar una idea ajena como propia. Para todo aquel que ignore la historia, no solo tiene el futuro, sino también el pasado por delante. Sí que he oído de la carne humana como manjar para los banquetes especiales, ¿quién no? Pero si en verdad deseas escuchar acerca de una rareza cuya receta solo tienen unos cuantos entendidos debo de pregonar las virtudes de los testículos de perro.

María: Esto va para largo, ¿no?

Blas: Sí.

Veracio: Cuando el Imperio Romano estaba en plena cúspide, los testículos de perro eran el pan del día para las élites (léase Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, de Edward Gibbon). El pan del día para los pobres, mientras tanto, era solo el pan del día. Desde entonces hasta el siglo 17, los testículos de perro eran una delicia imprescindible para todo banquete serio. ¿Qué fue lo que se le convidó a la reina Isabel en el castillo de Kenilworth? ¿Qué es lo que todos los pintores no se olvidan de mostrar en escenas de comidas fastuosas, incluyendo aquellas de Rembrandt? ¿Ante qué comida se hicieron las paces entre Francia y Estados Unidos durante 1800? ¿Qué consumían Fernando II de Aragón, Felipe IV y Carlos III para curarse de su impotencia?

Así es, querido amigo, los testículos de perro difícilmente son menos importantes para la cultura occidental que la Ilíada y la Odisea. 


Es de mi parecer que la única división necesaria para categorizar a los animales se limita a “comestible” y “no comestible”. Si algún entusiasta desea hacer una clave dicotómica (sexta pregunta: ¿tiene un sabor residual amargo?), lo incentivo y apoyo, con tal de que no se olvide dar el crédito que me corresponde. 


María: Ahora sí te has excedido, tú bien sabes que esas tonterías son falsas. Aquellos que mienten todo el tiempo comienzan haciéndolo en broma pero acaban convencidos de sus propios disparates. Pierden el respeto por la verdad, y por tanto están siempre escépticos ante todo, incluyendo lo que es correcto.  

Veracio: Tienes razón, pero solo dije una pequeña mentira para aderezar la verdad. Solo lo he hecho para agradar a los demás, y ahora me arrepiento profundamente de mi comportamiento. Considérese, como mitigante, que padezco de mitomanía, enfermedad hereditaria que me impulsa a…

María: Suficiente, no escucharé más. Mel, si no vas a venir, me voy. He estado insistiendo estos últimos días, pero ahora es responsabilidad completamente tuya. (Sale del panal).

Veracio: ¿Mel? ¿En serio?

Melvin: Silencio.

Veracio: No me malinterpretes, me parece apropiado. Sé de un escritor que en sus comienzos era un hombre afable, curioso, dadivoso y ambicioso. Con el tiempo, se especializó en lo último, perdiendo los demás honoríficos como un cohete que pierde los propulsores cuando alcanza grandes alturas. Tu caso será análogo: comenzaste siendo Melvin, creciste con el sobrenombre de Mel, pero pasarás a la posteridad como M.

Adrián: A todo esto, ¿por qué estás pecoreando?

Blas: Es antinatural.

Melvin: Natural es todo aquello que existe o pueda existir. Lo natural es todo lo relacionado con el mundo físico, como las manzanas, los árboles, los osos, el cianuro, entre otras cosas. Todo aquello que obedezca las leyes de la física es natural. Históricamente ha habido cosas que no se han podido explicar con base en las leyes de la física. Se consideran antinaturales. Eventualmente se encontró una explicación, comprobando que no había nada sobrenatural en susodicho fenómeno. No creo en lo antinatural, porque es lo imposible. 

Adrián: ¿Entonces el canibalismo es natural?

Melvin: Perfectamente natural, así como el genocidio, la eutanasia, la eugenesia, la autotanasia, el homicidio, el autismo…


Nos disculpamos con el lector, uno de estos términos está en mala compañía. Al reproducir el diálogo no quisimos ofender a los líderes políticos que implementan ocasionalmente, y con mesura, el genocidio.


Adrián: Bueno, pero en este caso lo que quería decir Blas es que no es lo normativo, lo que es de esperarse, no es un rol que la naturaleza te ha asignado.

Melvin: No considero remitirse a la naturaleza como algo razonable, solo busca la mediocridad. Las especies no cambian para desarrollarse en los entornos de la mejor manera posible, por ejemplo, simplemente se adaptan hasta ser lo suficientemente competentes, esto es, para reproducirse. Una vez que consiguen esto, deja de haber una gran presión para evolucionar. Ciertos rasgos como el pico de los pinzones, permiten que otros órganos menos relevantes para su supervivencia no hayan sido optimizados para su mayor beneficio. Además, no es poco común que cualquier degenerado tenga descendencia. Ninguno de aquí debería reproducirse. He notado demasiados errores en el diseño de la abeja, por eso contribuyo más de lo que es de esperarse de mí. Además, recordar el pasaje “Pues Dios no es injusto. No olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él sirviendo a otros creyentes como todavía lo hacen.”

Veracio: ¿Y por qué esta vez no has salido?

Melvin: …lo haré.

Adrián: Oh, qué felicidad me esperará al fertilizar a la reina. Mi abdomen se romperá, removiendo mi endofalo, tras lo que pereceré dentro de poco tiempo. No hay costo demasiado elevado cuando se trata de amor.


Me parece afortunada la vida de las zánganos, 

quienes fertilizan a una abeja reina

que no conocían anteriormente, tras lo que 

mueren, no dando oportunidad de conocer

a quien inseminaron. Soy de la opinión de que 

los amantes Romeo y Julieta no

pudieron haber tenido un mejor destino, 

porque de haber interactuado unas cuantas

semanas más, no habría habido necesidad de 

intervención por parte de los Capuleto y 

Montesco, el mutuo tedio habría apagado el amorío.

También puedo aportar anécdotas que

apoyan mi tesis, pues hubo una vez (...)


                                                                                                 



Maria






Otra intervención nuestra. Hemos deliberado bastante acerca de qué partes dejar fuera de nuestra edición sobre el manuscrito original. Nos hemos atenido al lema de no tratar al lector con condescendencia. De hecho, lo tratamos como si fuese más inteligente e instruido que nosotros, por lo que hemos cortado porciones grandes del diálogo, asumiendo que el lector va a poder inferir a lo que dos más dos es igual. Sin embargo, queremos hacer un breve incipit para que se entiendan sucesos posteriores. Los miembros de toda colonia de abejas están divididos en dos castas básicas: una reina y un largo número de obreras que conducen la labor de manera altruista y no intentan reproducirse, como generalidad. Los miembros de la colonia son todos hembras. Producen y cuidan de los machos, que no trabajan. Después del periodo de fertilización, todos aquellos machos que sigan en la colmena serán expulsados o asesinados por sus hermanas. Toda colonia está integrada por su sistema de comunicación y división de labor para ser considerada un superorganismo, que es una organización social en la que no hay conflicto entre individuos o es mínimo, además de que las acciones que se llevan a cabo no son comprendidas por ninguno los organismos que integran al superorganismo, hay niveles de complejidad emergente que son útiles de explorar solo en el nivel de la comunidad. Dicho esto, prosigue el texto un mes después.


Veracio: Una eternidad sin existir antes, una eternidad después. Supongo que no perdieron nada.

Melvin: 

Veracio: Sabes lo que ocurrirá, ¿no? No hará mucho tiempo tras el cual nos expulsarán de aquí.

Melvin:

Veracio: Incluso María se tornará en tu contra.

Melvin: 

Veracio: Por tus respuestas lacónicas, recuerdas a Blas. El pensamiento reina en el silencio. Ha habido legiones de eruditos que se la han pasado predicando las virtudes del silencio a los demás, con un arsenal de todo tipo de argumentos, salvo el más contundente: el ejemplo.

Melvin:

Veracio: ¿Qué? ¿Que carece de ingenio? Es porque no estoy pasando un buen momento, ¿tienes una excusa similar o eres insulso todo el tiempo por qué sí? 

Melvin:

Veracio: ¿Melvin? 

Melvin: Ya, retírate.

Veracio: Lo sé, te desagradan las abejas. Por un periodo, creí que éramos una excepción. 

Melvin:

Veracio: ¿Qué hay acerca de ayudar al prójimo? Han pasado días enteros en los que has estado inerte. 

Melvin:

Veracio: Supongo que ya no crees en deidades. Siempre supuse que eras demasiado astuto para ello.

Melvin:

Veracio: Permíteme relatar algún pasaje del Génesis. Se ha descubierto recientemente que la historia había sido registrada de manera incorrecta. Sucede todo el tiempo con los dictados demasiado extensos. Cuando Noé envió a la paloma en búsqueda de territorio que no fuese inhóspito, esta volvió y el arca había desaparecido. Durante toda su vida, la paloma conservó la creencia de que Noé había encontrado tierra sin ayuda. Pero Dios ese día obró de distinta manera. Decidió enviar torrentes que ahogasen a todo ser que estuviese en el arca para iniciar de nuevo. Salvó a la paloma por consideración a su conducta ejemplar. Permitió que los días que le restaban volase en un mundo que estaba completamente deshabitado salvo por ella.

Melvin:…Una disculpa, estaba dormido. Vayamos a comer algo, con tal de que no sea miel.


¿Acaso hay algo bajo los astros más eximio que la amistad entre dos individuos del sexo masculino? El gusto de estas abejas europeas de consolidar su camaradería por medio de compartir la mesa es un gesto típicamente alemán, que enorgullecería incluso al menos patriota de mis congéneres, no como la afeminada costumbre de los mexicanos, que se abrazan entre hombres todo el tiempo. No es que esté cerrado ante la ternura, no me malinterpreten, pero solo ante situaciones pertinentes y que lo ameriten. No asuma el lector, además, que es homofobia lo que me lleva a rechazar con tanto fervor demostraciones de afecto más explícitas entre caballeros. No, por cierto, pues pocas exhibiciones de testosterona he presenciado que puedan compararse con el cortejo entre dos hombres corpulentos. No solo no me disgusta que dos hombres se besen, sino que lo apoyo y lo fomento, siempre y cuando no sean heterosexuales. 



Los alemanes, siempre tan sensibles. Una ópera de Mozart puede llevarlos a las lágrimas, un recital de los poemas de Schiller provoca exhibiciones sentimentales de gran teatralidad entre la demografía más vieja. Ninguna persona que disfrute con tanto entusiasmo obras de arte puede ser capaz de causar mal alguno. Matar aunque fuese una mosca sería un pensamiento tan ajeno a sus cabezas como lo es la obesidad al africano. En fin, hemos tenido bastantes discusiones acerca de qué censurar del manuscrito original, pero nuestra adherencia a la verdad nos obliga a retratar todo como lo encontramos. La disponibilidad al público del texto dependerá del Archivo General de la Nación, a quien fue entregado por un sentido de responsabilidad nuestro de preservar el que quizá sea alguno de los documentos más relevantes que fueron producidos en la primera cuarta parte de esta centuria. En el epílogo, Frederick Andreas menciona haber trabajado también con otros himenópteros, como las hormigas y las avispas. Esperemos que en el futuro se encuentren las obras perdidas de una de nuestras mayores eminencias injustamente olvidadas.



  1. Un proceso que evidenciaría el lado no óptimo de la colmena es la destrucción de las larvas que albergan otras reinas antes de que quien provoca la masacre, la reina que nació antes que su competencia, se reproduzca. Esta es una estrategia un tanto riesgosa, sobre todo porque habrá un momento en el que incluso vuelve fuera del panal durante el proceso que se denomina como enjambre. Otra cosa cuyas ventajas se desconocen plenamente es el motivo por el cual la reina es fertilizada por decenas de zánganos, lo que haría que sus progenie estuviese relacionado genéticamente en un porcentaje bastante bajo. Además, generaciones de académicos y especuladores legos se han preguntado cómo es posible que las abejas construyan panales perfectamente hexagonales. La respuesta desilusionará no a pocos: no lo hacen. Los panales frescos tienen una figura circular, pero son las propiedades físicas de la cera con que son construidas las que les hace adoptar esta forma. 

 


  1. (Peeters, 2019) Cada colonia de abejas sólo tiene una reina. Ella se encarga de producir las crías y no hace nada más que poner huevos en las celdas. Esto es lo único de lo que es capaz. Un grupo de abejas obreras rodea a la reina con todo el cuidado posible, la alimenta y forma una especie de corte. Cuando una joven reina nace en una colonia, se va en un “vuelo nupcial” en un par de días. Deja el gabinete por un día y en lo alto del aire es fertilizada por 20 a 25 zánganos. Entonces tiene suficientes semillas para el resto de su vida para poder fertilizar todos los huevos. Una vez que se pone un huevo, pasan unos 21 días hasta que nace la abeja obrera. Las abejas obreras provienen de huevos fertilizados. La reina también puede poner huevos no fertilizados, que producen machos, zánganos. Las celdas de la reina se diferencian en la forma de las otras celdas del panal. Se parecen un poco a un cacahuete colgante. Los huevos de la llamada célula reina producirán reinas. Están rodeados por las abejas obreras de la corte de la reina y se manejan con especial cuidado. Las larvas en estas celdas reciben un tipo especial de alimento (jalea real). Es por eso que más tarde una reina es la única que puede poner huevos fecundados.

La reina cumple una función especial en el mundo de las abejas. Es la cabeza de la colonia y la inspiración para ella. Ella produce una colonia que se inspira en el impulso de trabajar por la totalidad.


  1. Según Page (2017), existe un ácaro ectoparásito Varroa destructor, que ha intercambiado de huésped de Apis cercana a Apis mellifera, siendo actualmente la mayor amenaza en apicultura global. La inmunidad social es posible que desempeñe un papel mayor como mecanismo de resistencia. Por ejemplo, obreras adultas cooperan para detectar y remover crías que estén infectadas por este parásito, por ende interrumpiendo su reproducción. La señal que inicia esta “higiene colonial” está basada en compuestos químicos que producen las crías infectadas. Curiosamente, organismos más débiles en este caso en concreto son más benéficos para la colmena que aquellos que son más resistentes al parásito, porque una mayor susceptibilidad provoca que anuncien a las abejas que “algo huele podrido en el reino de Dinamarca” y actúen con mayor rapidez, antes de que se propague más la infección. A continuación se lleva a cabo lo que es denominado como apoptosis social, en donde las abejas obreras higiénicas arrancan a las crías de sus acogedoras celdas para arrastrarlas fuera de la colmena, donde perecerán.

  2. Los zánganos no remueven crías infectadas por parásitos, no proveen a la colmena de polen o néctar, no construyen el panal, no hacen otra cosa más que reservar su energía para el momento de fertilizar a la reina. Se ha demostrado que se puede inducir artificialmente a un zángano a llevar a cabo algunas de las empresas que les son asignadas a las hembras (Cheol, 2019), como la polinización, pero no tienen los mecanismos intrínsecos para llevar a cabo estas acciones de manera instintiva. En las raras ocasiones en las que los zánganos salen del panal (exceptuando el vuelo nupcial y el enjambre), recolectan néctar en lugar de polen, porque es parte de su dieta. 

  3. Cuando hay demasiadas abejas en un panal, la reina abandona el lugar, junto con otras abejas. Se congregan en un sitio, en el que esperarán a que algunas abejas exploren las zonas periféricas al lugar de su estancia. Se llegará a un consenso sobre qué zona será el nuevo sitio donde se erigirá el panal. Se dice que es el método de reproducción no del espécimen, sino de la colonia como conjunto. La monarquía será asumida por una nueva reina en la colmena original, a lo que procederá a eliminar todas aquellas larvas que habían sido alimentadas con jalea real para convertirse en reinas. No se esperó el regreso de la abeja Melvin para que informase al enjambre, en el relato. 



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